viernes, 2 de diciembre de 2011

confusión


Estoy sumergida en una mezcla homogénea de emociones, de personas, de relaciones. Si pienso, no sé por dónde empezar, no sé qué camino escoger, no sé cuál será el indicado, cuál me dará felicidad, estabilidad, cuál se llevará mi soledad. Si pienso, mi mente queda en blanco, será que no quiere avanzar, que no quiere perder?

Quiero salir de esto, quiero definirme, pero no puedo, qué será lo que me impide?. Son tantas preguntas que me hago y tan pocas las respuestas que hayo, tantos pros y contras, necesito señales, necesito tiempo, no sé qué necesito, no sé qué quiero. Me da miedo.

Es una pared ultra delgada que me separa de ti, pero me da terror romperla, me costó construir tanto lo anterior, que no quiero perderlo, no quiero dejarlo porque ya me he acostumbrado. Me asegurarás acaso que estarás conmigo siempre, que te veré despertar todas las mañanas?. Asegúrame mi felicidad y yo te aseguro mi simple amor.

Tómalo, déjalo, pero no me hagas esperar tanto, que será tarde y te arrepentirás.




Paz.




viernes, 28 de octubre de 2011

¿estás?






2554367... diez, cien veces llamé, no respondiste.
¿Dónde estabas cuando te necesité? No. Ahora ya estoy bien, 
¿Por qué siento que no estás conmigo? No me digas que si estás, no te veo, no te escucho, no estás.
¿Realmente me amas? no lo siento, no lo siento... 
¿Por qué estoy tan sola? no me dejes, no me dejes sola. 
¿ Estás? ...

martes, 9 de agosto de 2011

Eutanasia


Están parados conversando, visten ropas negras pero no sienten verdadera pena; ya todos asumieron que mi muerte llegó. Entra el médico, habla con mis hijos y les plantea la idea de la eutanasia. Ellos me miran unos segundos y Antonio, mi hijo menos hace un gesto de aprobación. Yo lo único que puedo es verlos, mi fuerza no me alcanza para hablar ni mover la cabeza, solo puedo mirar. Yo no quiero morir. Ellos quieren que yo muera, yo, que les di todo, que di mi vida por ellos, que sufrí tanto para hacerlos feliz, y ahora, quieren matarme.
No me saqué eso enfermera, no lo haga, no quiero morir, me falta mucho por vivir, por ver. No quiero morir...
Pero aún así con Dios me fui.



       Paz.




domingo, 5 de junio de 2011

Versus.

Su forma de caminar me fascina, tiene elegancia y es llamativa a la vez, no cae en lo grotesco pero siempre va hacia adelante con un dejo de misterio. Sus labios son rojos, sus ojos grandes y su mirada es como la de un leopardo. Lleva un vestido negro o quizás gris oscuro, no soy bueno en los colores, pero ese no es el punto; es ajustado y llega hasta unos centímetros antes de la rodilla, sus curvas son como la cordillera, y su pelo es largo, lacio y castaño. Tiene en su mano un anillo de adorno, es joven y aparenta no estar comprometida todavía. La miro de reojo, no quiero que se de cuenta que lo hago, pensaría que soy un loco y la verdad es que sólo quiero ver su belleza, me gustaría conocerla, tener su número, salir con ella, pero en estas cosas soy tímido, además, ella me intimida.


No sé que hace ese hombre mirándome, ¿pensará que soy linda?, tal vez, es medio sicópata, ni siquiera disimula, de arriba a abajo y de abajo a arriba, siento que me saca la ropa con la mirada. No es feo, tiene algo, ojos claros, pelo negro, estatura normal y delgado. Lleva un terno, pero se nota que esa falsa formalidad la ocupa sólo para trabajar. Debe ser del típico mujeriego que se cree lo máximo por ser exitoso, atractivo y deportista... como si yo no fuese nadie, como si no tuviera un buen trabajo, nos tratan como a una cosa, no como a un ser humano. Se le nota que aunque se crea demasiado no se atrevería a hablarme o pedirme el número de teléfono, pero si se atreve a mirarme descaradamente. Los hombres son raros, pero igual los amo.



Paz.

lunes, 30 de mayo de 2011

Transparencia.

No sé cómo ni cuándo me sucedió esto. Nunca me imaginé que iba a llegar tan lejos. Tantas veces pasó frente a mi, siempre estaba cerca mio pero yo nunca lo veía. En ese tiempo quizá creía que no era lo que yo quería. Me sentía superior, me sentía mejor, y nunca llegué a la conclusión de que todos somos iguales. Y es que mi cabeza hace unos años estaba vacía. Todo lo que yo creía lo máximo en mi vida, era vacío. Amigos vacíos, entretención vacía, día a día, vacío. Era mi rutina y tal vez por eso nunca me percaté de lo podrida que era mi vida. Mi familia no me importaba, incluso llegué a pensar que no los quería. Fue un gran momento de estupidez. Y largo.
Lo recuerdo. Él era tímido, pero se notaba que lo que decía era siempre verdadero. Le costaba hablarme. Pero lo hizo. En ese entonces yo estaba "enamoradísima" de el popular del colegio, un completo imbécil.
Ahora me doy cuenta de lo que perdí, han pasado los años y yo estoy sola, no hay nadie aquí. He hablado con él después de mucho tiempo y me contó que tiene una familia, es feliz. Envidié sanamente a esa mujer, pues yo pude haber sido dueña de él y lo devolví, lo rechazé, lo ignoré
Es domingo, estoy sola, con mi gato y mi café, mis amigos los perdí, mi vida la aplasté y lo único que puedo hacer ahora, es escribir.



Paz.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Historia de un paradero.

Todos los días esperaba que llegue la fría mañana sólo para verte. Siempre odié levantarme temprano, nunca me ha gustado mi trabajo, pero por ti, por verte solo unos minutos, me puedo desvelar toda la noche, puedo hacer cualquier sacrificio.
Sé que mientras yo te miraba en la parada de bus, tú también lo hacías de reojo, sentía que me sonrojaba, sentía que te dabas cuenta, sentía que sabías lo que yo pensaba de ti, sentía que sabías que te amaba. Eso me ponía nervioso. También a la vez, me volvía loco. Quería hablarte, pero mi personalidad no era suficiente para hacerlo.
Recuerdo ese día y aún siento el corazón saliendo de mi pecho. Yo iba mirando por la ventana del bus, la respiración de los pasajeros empañaban mi ventana, así que no podía ver claramente el verde paisaje. Apareciste tú, radiante, me miraste, sonreíste, y te sentaste al lado mio. En ese instante admiré tu valentía (bueno la verdad es que yo no sabía si tu sentías lo mismo que yo, así que era subjetivo), me comenzaste a hablar de cosas sin valor, pero para mi el hecho de escuchar tu voz ya era un regalo esperado.

Y pensar que desde ese día ya han pasado veinte años... y ahora estamos aquí, en el mismo paradero en el que nos enamoramos, recordando aquellos tiempos, tiempos sin canas, sin arrugas, sin preocupaciones mayores... y puedo darme cuenta que cada vez, cada día que pasa, te amo mas.




Dedicado a la mejor.




Paz.

domingo, 8 de mayo de 2011

Es sólo un sueño...

Un calor rápido que de pronto invadió todas mis venas, un calor con sentimientos, una cara poco irreconocible pero conocida, estaba cerca, mirándome fijamente con los párpados abajo. Un cuerpo sin ropa, al lado del mío, un brazo sobre mi espalda. Sentí cariño por él. Lo abracé y me dormí, con él y mi felicidad.
Al día siguiente desperté, me di vuelta y él ya no estaba. Sentí el pecho apretado. Me quedé un rato largo mirando fijamente el techo blanco y preguntándome por qué. Lloré.
El despertador sonaba y ya era lunes otra vez. No estaba atrasada aún, pero tampoco podía gastar minutos en pensar en él, en pensar en algo irrecuperable. Me levanté, recordé el sueño, era sólo un sueño, pero al igual que en el sueño, no sé por qué, lloré.


Paz.

lunes, 25 de abril de 2011

Exijo RESPETO!

Bajé las escaleras del metro, en estación Los Dominicos, sin apuro alguno, pues aún era de día y no tenía nada muy importante que hacer al llegar a casa. Iba tranquilamente pensando en quién sabe qué y esperé pacientemente la llegada del tren. Se detuvo, subí.
Ese día pocas personas se encontraban en esa estación, por lo que las asientos estaban mayoritariamente vacíos. Dudé un rato en si sentarme o no, pero bueno, estaban casi todos desocupados, y yo iba hasta Manuel Montt, así que decidí, como nunca, sentarme.
Poco a poco se empezó a llenar, hasta que en Tobalaba, un grupo de personas no tan grande, debido a que ese día era domingo por la tarde, se embarcó en el tren dirección San Pablo.
Con mi mochila llena en mis manos y mi bolso a punto de explotar en mis pies, yo iba sentada en el tren. De pronto una señora, de unos cincuenta y tantos años, con unas dos bolsas de tiendas caras en las manos, me dice "Dame el asiento" en tono de orden, yo la miro de arriba a abajo y le digo "¿Por qué?", la señora pone el grito en el cielo, "Insolente, tienes que respetar a tus mayores!".
Le cedí el asiento a la señora, pues ya me quedaba una estación para bajarme y no quería ponerme a discutir en público con viejas locas.

Tener cincuenta años no te da derecho a tener la comodidad máxima, yo al igual que tú pago mi pasaje, no tienes por qué pedirme el asiento si yo no te lo ofrezco, no tienes por qué ponerte casi encima mio para que me aburras y me salga de mi silla, tú, tienes el mismo derecho que yo en el metro, ambas somos personas, ambas somos iguales.



Exijo un poco más de respeto con el estudiante Chileno.





Paz.

domingo, 24 de abril de 2011

Terminal.

La velocidad parecía extrema, nada veía, pues todo pasaba muy rápido. Unas siluetas verdes o azules bordeaban todo mi cuerpo. Las voces con un toque de estrés se interferían por ruidos de unas máquinas que aumentaban aún más mi sordera.
Comencé a ver mi pasado más cercano, recordé que estaba oscuro y que había un frío agradable de otoño, iba con ella al lado, la miré por un segundo y luego todo se transformó a negro.
Miré al techo y lo vi más blanco que nunca, supe que ese lugar no era mi hogar, que mi cabeza no podía girar e investigar dónde me encontraba. Escuchaba reiteradas veces un ruido poco agradable que provenía de la misma habitación. Traté de salir, de moverme, de mirar a mi lado y nada de eso podía hacer. Me desesperé. Quise gritar y el habla no salió de mi boca, quería llamarla y decirle que la amaba pero no la veía, no la tenía allí.
En eso, una mujer un poco agitada entró al lugar solitario e hizo algunas cosas que no pude ver, luego el ruido molesto se acabó. Al poco tiempo un hombre un poco mayor entró y habló con la misma mujer, le dio unas órdenes en un idioma extraño, y ella asintió con la cabeza, y yo, como si un encantador hubiese estado frente a mi, me dormí.
La velocidad parecía extrema, nada veía, pues todo pasaba muy rápido. Unas siluetas verdes o azules bordeaban todo mi cuerpo. Las voces con un toque de estrés se interferían por ruidos de unas máquinas que aumentaban aún más mi sordera, luego no sentí más ese dolor reconfortante, ni mis piernas, ni mis brazos... pensé que me desvanecía, cerré los ojos sin querer hacerlo y dormí a largo plazo... sin ella.



Paz.

miércoles, 20 de abril de 2011

Quiero estar en la cima?

Mi más profundo deseo era subir, escalar, crecer. Cualquier forma era aceptable para tocar las nubes. Entonces empecé a trabajar arduamente en mi sueño, dejé todo lo que de verdad quería de lado, mi familia, mis amigos, a mi mismo, pero como el fin justifica los medios, en ese minuto no me importó, casi no me percaté.
Entonces mi trabajo con el tiempo se empezó a notar, cada vez me sentía más alto, pero mi Corazón seguía quedando abajo. Traté varias veces de alcanzarlo y devolverlo a mi pecho, pero él insistía en quedarse con los buenos, abajo. Entonces lo dejé ahí, porque ya me elevaba demasiado y no podía seguir rogándole más, o sino yo podría descender y hecharía todo mi trabajo y mi esfuerzo a la basura. Entonces subí y seguí subiendo, sin Corazón, porque me había abandonado, se quedó en la superficie, pero de todas formas, subí, ese era mi objetivo.
Cuando llegué a las nubes, me impresioné, me encanté. Todos eran tan cultos, tenían todo lo que uno se podría imaginar, pero, luego de algunos días de haber llegado al paraíso, le pregunté a Juan Pablo por qué tenía esa expresión de tristeza si tenía todo lo que alguna vez quizo tener, entonces, Juan Pablo me respondió, "todos los que hemos llegado hasta aquí, tuvimos que dejar nuestro corazón allá abajo, en la superficie". Fue ahí cuando me di cuenta que había cometido el peor error de mi vida, dejé todo, mi novia, mi familia, por el sueño de ser el mejor, algo que nunca pude lograr allá arriba.
Intenté encontrar la manera de bajar de nuevo, y con un trabajo de hormiga, como el que hice para subir, logré bajar. Poco a poco mis seres queridos perdonaron aquella manera de ser tan impropia que tuve, poco a poco tuve de vuelta mi Corazón, y fui realmente feliz de nuevo.


Paz.