lunes, 25 de abril de 2011

Exijo RESPETO!

Bajé las escaleras del metro, en estación Los Dominicos, sin apuro alguno, pues aún era de día y no tenía nada muy importante que hacer al llegar a casa. Iba tranquilamente pensando en quién sabe qué y esperé pacientemente la llegada del tren. Se detuvo, subí.
Ese día pocas personas se encontraban en esa estación, por lo que las asientos estaban mayoritariamente vacíos. Dudé un rato en si sentarme o no, pero bueno, estaban casi todos desocupados, y yo iba hasta Manuel Montt, así que decidí, como nunca, sentarme.
Poco a poco se empezó a llenar, hasta que en Tobalaba, un grupo de personas no tan grande, debido a que ese día era domingo por la tarde, se embarcó en el tren dirección San Pablo.
Con mi mochila llena en mis manos y mi bolso a punto de explotar en mis pies, yo iba sentada en el tren. De pronto una señora, de unos cincuenta y tantos años, con unas dos bolsas de tiendas caras en las manos, me dice "Dame el asiento" en tono de orden, yo la miro de arriba a abajo y le digo "¿Por qué?", la señora pone el grito en el cielo, "Insolente, tienes que respetar a tus mayores!".
Le cedí el asiento a la señora, pues ya me quedaba una estación para bajarme y no quería ponerme a discutir en público con viejas locas.

Tener cincuenta años no te da derecho a tener la comodidad máxima, yo al igual que tú pago mi pasaje, no tienes por qué pedirme el asiento si yo no te lo ofrezco, no tienes por qué ponerte casi encima mio para que me aburras y me salga de mi silla, tú, tienes el mismo derecho que yo en el metro, ambas somos personas, ambas somos iguales.



Exijo un poco más de respeto con el estudiante Chileno.





Paz.

domingo, 24 de abril de 2011

Terminal.

La velocidad parecía extrema, nada veía, pues todo pasaba muy rápido. Unas siluetas verdes o azules bordeaban todo mi cuerpo. Las voces con un toque de estrés se interferían por ruidos de unas máquinas que aumentaban aún más mi sordera.
Comencé a ver mi pasado más cercano, recordé que estaba oscuro y que había un frío agradable de otoño, iba con ella al lado, la miré por un segundo y luego todo se transformó a negro.
Miré al techo y lo vi más blanco que nunca, supe que ese lugar no era mi hogar, que mi cabeza no podía girar e investigar dónde me encontraba. Escuchaba reiteradas veces un ruido poco agradable que provenía de la misma habitación. Traté de salir, de moverme, de mirar a mi lado y nada de eso podía hacer. Me desesperé. Quise gritar y el habla no salió de mi boca, quería llamarla y decirle que la amaba pero no la veía, no la tenía allí.
En eso, una mujer un poco agitada entró al lugar solitario e hizo algunas cosas que no pude ver, luego el ruido molesto se acabó. Al poco tiempo un hombre un poco mayor entró y habló con la misma mujer, le dio unas órdenes en un idioma extraño, y ella asintió con la cabeza, y yo, como si un encantador hubiese estado frente a mi, me dormí.
La velocidad parecía extrema, nada veía, pues todo pasaba muy rápido. Unas siluetas verdes o azules bordeaban todo mi cuerpo. Las voces con un toque de estrés se interferían por ruidos de unas máquinas que aumentaban aún más mi sordera, luego no sentí más ese dolor reconfortante, ni mis piernas, ni mis brazos... pensé que me desvanecía, cerré los ojos sin querer hacerlo y dormí a largo plazo... sin ella.



Paz.

miércoles, 20 de abril de 2011

Quiero estar en la cima?

Mi más profundo deseo era subir, escalar, crecer. Cualquier forma era aceptable para tocar las nubes. Entonces empecé a trabajar arduamente en mi sueño, dejé todo lo que de verdad quería de lado, mi familia, mis amigos, a mi mismo, pero como el fin justifica los medios, en ese minuto no me importó, casi no me percaté.
Entonces mi trabajo con el tiempo se empezó a notar, cada vez me sentía más alto, pero mi Corazón seguía quedando abajo. Traté varias veces de alcanzarlo y devolverlo a mi pecho, pero él insistía en quedarse con los buenos, abajo. Entonces lo dejé ahí, porque ya me elevaba demasiado y no podía seguir rogándole más, o sino yo podría descender y hecharía todo mi trabajo y mi esfuerzo a la basura. Entonces subí y seguí subiendo, sin Corazón, porque me había abandonado, se quedó en la superficie, pero de todas formas, subí, ese era mi objetivo.
Cuando llegué a las nubes, me impresioné, me encanté. Todos eran tan cultos, tenían todo lo que uno se podría imaginar, pero, luego de algunos días de haber llegado al paraíso, le pregunté a Juan Pablo por qué tenía esa expresión de tristeza si tenía todo lo que alguna vez quizo tener, entonces, Juan Pablo me respondió, "todos los que hemos llegado hasta aquí, tuvimos que dejar nuestro corazón allá abajo, en la superficie". Fue ahí cuando me di cuenta que había cometido el peor error de mi vida, dejé todo, mi novia, mi familia, por el sueño de ser el mejor, algo que nunca pude lograr allá arriba.
Intenté encontrar la manera de bajar de nuevo, y con un trabajo de hormiga, como el que hice para subir, logré bajar. Poco a poco mis seres queridos perdonaron aquella manera de ser tan impropia que tuve, poco a poco tuve de vuelta mi Corazón, y fui realmente feliz de nuevo.


Paz.