domingo, 5 de junio de 2011

Versus.

Su forma de caminar me fascina, tiene elegancia y es llamativa a la vez, no cae en lo grotesco pero siempre va hacia adelante con un dejo de misterio. Sus labios son rojos, sus ojos grandes y su mirada es como la de un leopardo. Lleva un vestido negro o quizás gris oscuro, no soy bueno en los colores, pero ese no es el punto; es ajustado y llega hasta unos centímetros antes de la rodilla, sus curvas son como la cordillera, y su pelo es largo, lacio y castaño. Tiene en su mano un anillo de adorno, es joven y aparenta no estar comprometida todavía. La miro de reojo, no quiero que se de cuenta que lo hago, pensaría que soy un loco y la verdad es que sólo quiero ver su belleza, me gustaría conocerla, tener su número, salir con ella, pero en estas cosas soy tímido, además, ella me intimida.


No sé que hace ese hombre mirándome, ¿pensará que soy linda?, tal vez, es medio sicópata, ni siquiera disimula, de arriba a abajo y de abajo a arriba, siento que me saca la ropa con la mirada. No es feo, tiene algo, ojos claros, pelo negro, estatura normal y delgado. Lleva un terno, pero se nota que esa falsa formalidad la ocupa sólo para trabajar. Debe ser del típico mujeriego que se cree lo máximo por ser exitoso, atractivo y deportista... como si yo no fuese nadie, como si no tuviera un buen trabajo, nos tratan como a una cosa, no como a un ser humano. Se le nota que aunque se crea demasiado no se atrevería a hablarme o pedirme el número de teléfono, pero si se atreve a mirarme descaradamente. Los hombres son raros, pero igual los amo.



Paz.